Al final va a resultar que las segundas partes (o oportunidades, en este caso) sí que son buenas. Sino, que se lo digan al Streaming, que antes de la pandemia, parecía que tenía los días contados, y ahora mismo está viviendo su momento de mayor esplendor, desde que se popularizó a finales de la década de los 2000. Antes de contar el resurgir de esta tecnología, os vamos a contar un poco de su historia, para ponerlo todo en contexto.
Si nos ponemos rigurosos, deberíamos retroceder hasta los años 20 del siglo pasado, cuando el inventor estadounidense George Owen Squier, desarrolló Muzak; un sistema de transmisión y distribución de señales a través de las líneas eléctricas. Pretendía difundir música, pero claro, la tecnología de la época era muy escasa y la irrupción de la radio comercial, no ayudaron a que este invento fuese a más.
Pasamos entonces a los años 90, donde, ahora sí, ya existía el streaming tal y como lo conocemos ahora. Sería en 1994, y de la mano del grupo británico The Rolling Stone, cuando se dio a conocer al público mayoritario esta tecnología. Retransmitieron de forma gratuita y en directo, los primeros 20 minutos de un concierto que celebraron en el estadio Cotton Bowl, de Dallas (Texas). Se sirvieron en esta ocasión del Multicast Bone, una red de internet, a alta velocidad, que se venía usando desde el año 1992, para transmitir conferencias académicas. De todas formas, no sería hasta abril de 1995, cuando aparecería la primera tecnología de streaming por internet, el formato RealAudio 1.0.
Llegamos entonces a los 2000. El mundo tech va avanzando a pasos agigantados, y cada vez las conexiones a la red son más estables y rápidas, y las cámaras se van adaptando para que se puedan utilizar y para que casi cualquier persona pueda ser capaz de realizar una retransmisión en directo. Y este, en mi opinión, creo que es un punto importante que explica la caída y resurgimiento del servicio, además del impulso que le ha dado la pandemia: la accesibilidad.
Como suele pasar siempre con las nuevas tecnologías, en un primer momento, el acceso queda relegado a unos pocos, por un motivo evidente; el precio. Lo nuevo, lo último, es muy caro, y no todos se lo pueden permitir. Por eso, en un primer momento, esto queda relegado a empresas que pueden hacer frente a la compra de los materiales y ofrezcan el servicio.
A medida que los avances tecnológicos posibilitan abaratar costos, este servicio llega a más gente. Y es aquí donde se juntan las dos variables: mayor acceso y una pandemia que nos encierra a todos en nuestras casas. Continúa la necesidad de entretener a la gente, pero el confinamiento, imposibilita que se haga por los medios clásicos (TV, radio, cine…) Bueno, realmente habría que añadir otra variable: de poco sirve la predisposición y la tecnología, si no se cuenta con un medio: Twitch. Una plataforma de streaming aparecida en el año 2011 y adquirida por Amazon en 2014.
Con este cóctel perfecto, llegamos a 2020/2021. Creadores de contenido de gran alcance, que anteriormente se encontraban en otras plataformas; medios digitales que diversifican sus negocios; o la propia Amazon, que cuenta en la actualidad con un Late Night, deciden migrar y darle un impulso a Twitch. También ha ayudado a relanzar el streaming que grandes empresas, como Apple o Samsung, han utilizado el servicio para poder seguir realizando eventos, a pesar de todas las restricciones.
Hemos pasado de a su casi desaparición, a vivir un momento de esplendor como nunca antes. Esto nos demuestra que siempre hay que ser persistentes con una idea, porque muchas veces, el problema no es la idea en sí misma, sino que el momento o la tecnología desarrollada, no es la adecuada.